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domingo, 20 de octubre de 2013

GAME OVER

A veces pienso en el paso de los años, en cómo el mundo cambia, gira, se descompone, vuelve a su sitio. A veces pienso en por qué las cosas suceden del modo en que lo hacen, y no de otro. En por qué cada persona actúa de una forma determinada, pero luego cambia, incluso una misma. A veces me pregunto en cómo el ser humano es capaz de soportar situaciones insoportables, y cómo en un momento concreto, que en realidad nunca se sabe cual es exactamente, eso ya no es así. Y lo insoportable lo es en desmesura, incluso lo poco soportable se convierte en un reto inconcebible de superar. Algo a lo que antes hubieses plantado cara “con dos cojones”. ¿Por qué ya no? O, por qué sí, pero no de la misma manera, con menor intensidad. Tal vez el peso de la pérdida haya hecho su efecto sobre tí, no pérdida material, puede que tampoco humana, una mezcla de tantas y tantas cosas que se pueda resumir en la pérdida única de una misma, y lo que eso supone.
El día a día, los traspiés, las caídas, el plantar las manos en el suelo, coger impulso y levantarte... Van haciendo tu vida, y tu persona. Se supone que está en las manos de cada uno ser quien y como es, pero creo que eso no es del todo cierto. A los humanos le influyen otros humanos, las vivencias, todo es un cúmulo de circunstancias, que sumadas a tu propia aportación dan como resultado lo que eres y dónde estás. Es cierto que no creo en el destino, o no quiero creer en él. Lo que no significa que siempre esté todo en la mano de uno.
A veces pienso en las personas que se han cruzado en mi camino a lo largo de mi vida. Las que estuvieron al principio y siguen estando, las que perdí, las que se marcharon, las que encontré brevemente por el camino, las que perduraron, las que fluctúan, las que permanecen en este momento en mi universo. Las que me importan. Puede que algunas que no estén también entren en ese grupo. Creo que en este momento es en el que mejor rodeada estoy. Gente que te quiere, que lo demuestra, y que no sale huyendo ante lo malo. Porque el amor, en cualquiera de sus variantes, es eso, estar para todo. No sé si soy merecedora de muchas de las personas que tanto y tan bueno me aportan, lo que sé es que estoy agradecida y espero poder ofrecer ese mismo sentimiento para ellos.
Sin embargo, hay tantas cosas en el mundo que impiden poder saborear completamente un momento... Y me pregunto si “mi yo” del pasado habría sabido hacerlo mejor que la actual. Siempre he creído que las desgracias hacen más humilde a las personas, y que te ayudan a tener perspectiva respecto a “problemas” cotidianos, que finalmente no son para tanto; así como valorar lo que tienes. Creo que eso lo hago. Pero como en cualquier buen “ciber-juego”, hay que saber hacer lo indicado en el momento oportuno para poder enfrentarte al “gran enemigo”, ese que al superar cada nivel te pega el subidón de adrenalina y te sientes cada vez más fuerte y preparado. Y que, sin saber cómo ni por qué, en un segundo te da el golpe de gracia, y en la pantalla de batalla solo quedan dos palabras “GAME OVER”. ¿Qué hacer entonces? Es un juego, reinicia. Pero en la vida no. Solo hay una. No hay más oportunidades.

Puede que un poco más adelante esté lista para dar un buen cierre a esta reflexión.


Hoy no.

lunes, 14 de octubre de 2013

Ser adulto...

está sobrevalorado.

                                                              
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